Desde Arenas de Cabrales, tomar el desvío que por Poncebos nos lleva a Sotres y continuar hacia la localidad cántabra de Tresviso. Una vez superadas las cabañas invernales de La Caballar, llegamos al Jito Escarandi, es un collado de montaña emplazado junto a la vega del Tejo y en el que existe un aparcamiento habilitado. Es el principal acceso al Macizo de Àndara.
El camino se dirige en dirección Sur, a bordear por el Este la Pica de Fuente Soles, mientras al frente tenemos la figura triangular del Pico Mancondiú, el cual será referencia impasible durante todo el recorrido. Después de 4 kms de tendido ascenso, alcanzamos el Refugio de Àndara, emplazado en la ladera Suroeste del Mancondiú, es una antigua edificación minera de 2 plantas, conocida popularmente como el Casetón de Àndara. Fue construido a finales del siglo XIX por la compañía minera Mazarrasa y está habilitado como refugio de montaña; bajo control de la Federación Cántabra de Montaña, cuenta con guarda, servicios de bar y alojamiento.
La pista por la que transitamos hasta ahora, continua bordeando el Mancondiú hacia el pueblo de Beges, es el trazado PR-PNPE 28 (Macizo de Àndara) y se trata de un recorrido circular de unos 15 kms, que nos devolvería al punto de partida en el Jito Escarandi. Abandonamos esa ruta, para ascender por detrás del Casetón hacia el collado de La Aldea, a través de los diversos senderos, que suben entre derrumbes y escombreras de las numerosas excavaciones mineras. Cambiamos de dirección hacia el Este para alcanzar el collado Trasmancondiú, es el punto de entrada a los abiertos espacios de las Vegas de Àndara. Las cumbres del Samelar, de San Carlos, de la Junciana y de la Rasa del Inagotable, cierran este circo glaciar, en el que los caminos nos muestran lo que fue una actividad minera de casi 2 siglos de antigüedad.
Tras un corto descenso hacia el collado de Àndara, seguimos por el fondo de las vegas y nos desviamos a la izquierda en dirección a la fuente de La Escalera. Rehabilitada en homenaje a José Antonio Odriozola, el que fuera presidente durante 10 años de la Federación Española de Montaña y gran conocedor de los "Picos"; es un auténtico regalo encontrar a 1.900 metros, una fuente con tan poderoso chorro de agua fría. El camino continua en constante pendiente por la cuesta de la Escalera, trazando visibles revueltas hasta llegar al Collado San Carlos. Damos vista por primera vez a los valles lebaniegos, a través de la vertiginosa canal que se precipita con el arroyo Cocildún hacia la cuenca del rio Deva. Desde aquí ya solo nos queda seguir un sendero jitado y muy evidente que nos conduce a la cima en unos 20 minutos.
Un vértice geodésico en dudoso equilibrio (no parece que vaya a tardar en caer), un buzón de cumbre y un pedestal con una estatua del Sagrado Corazón de Jesús, presiden esta emblemática montaña, orientada en esplendor hacia la comarca lebaniega. Instalada el 18 de Septiembre de 1.900, es lugar de peregrinaje y en él se celebra una misa, el primer domingo de Agosto (cada 5 años) a la que acuden cientos de peregrinos, la mayoría desde las localidades de Beges y La Hermida. La última fue en el 2015, por lo que el 2.020 será la próxima cita de este acontecimiento, muy seguido desde todos los pueblos de Liébana.
Desde la cumbre continuamos hacia el alto del Hoyo Oscuro, collado que nos separa del Cueto de La Junciana (también conocido como pico de los Llambriales Amarillos). Desde el collado, una fuerte pendiente nos lleva al fondo de los derrumbes de la Rasa del Inagotable, para seguir luego en dirección a la majada del Hoyo Oscuro y las ruinas de lo que fue el asentamiento de las minas de La Providencia. Este último tramo, que está jitado es de lo mas bonito del recorrido, al quedar apartado de los senderos mineros nos permitió ver numerosas manadas de rebecos.
Una pequeña charca, precede a los numerosos restos de lo que fue el poblado minero de La Providencia. A mediados del siglo XIX, la Real Compañía Asturiana de Minas inició la extracción de blenda (cinz) y galena (plomo), con lo que cambió para siempre la fisonomía del Macizo Oriental de los Picos de Europa. La compañía de origen belga, llegó a tener 500 mineros (algunos de ellos niños), a través de Beges y del desfiladero de la Hermida, transportaban por medios muy primarios todo el material hasta Unquera, para embarcarlo luego con destino a Amsterdam fundamentalmente, aunque también a Inglaterra y Alemania. Solo tenían actividad durante unos 6 meses al año, por las condiciones ambientales y su explotación se frenó de manera brusca en el año 1.929, por la competencia de unos grandes yacimientos canadienses. No obstante el cierre definitivo no llegó hasta 1.975, año en el que cesó definitivamente.
Dejamos las ruinas y volvemos por el collado de La Aldea al refugio de Àndara. Desde la explanada baja del Casetón, decidimos descender hacia la canal de las Vacas, por un marcado sendero que discurre en linea recta, hasta la majada de La Jazuca. Encajonado entre rocas calizas que luego desaparecen, deja después espacio a lo que es el inicio de la verde riega de Valdediezma. El efecto de las aguas primaverales sobre el fondo del cauce, deja un espléndido y limpio pasillo (sin agua en esta época) que nos conduce a la luminosa pradera de La Jazuca. Cruzándola hasta el final, enlazamos con un sendero que abandona los pastos por la izquierda y que se dirige hacia la pista, por la que volvemos al Jito Escarandi. Muy recomendable recorrido por el Macizo de Àndara, teniendo en cuenta además que puede considerarse circular, al ser mínimo el camino que se comparte en el ascenso y descenso.