El Pico Gilbo es el más llamativo, bello y visitado de la Montaña de Riaño. Su silueta puntiaguda y sumamente característica se levanta 600m por encima de las aguas del embalse de Riaño recordando al Matterhorn, más conocido como Cervino.
Por supuesto que en este rincón de la montaña Cantábrica encontramos cumbres mucho más elevadas, que superan ampliamente los 2000m de altitud. Sin embargo, pocas de ellas pueden competir en belleza con Gilbo. Respecto a la forma, se trata de una mole piramidal de piedra caliza que posee unas vistas espectaculares.
Pese a su modesta altura, al menos si la comparamos con los picos cercanos, es considerada una de las ascensiones más bonitas de la provincia de León. Una ruta que permite disfrutar de hermosos hayedos, con vertiginosas pendientes y maravillosas panorámicas en todas direcciones.
Riaño es un municipio y localidad de la provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León (España) situado en la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, cerca del vértice superior oriental de la provincia como antesala de los Picos de Europa, a 1148 m de altitud. Se encuentra a 95 km de la capital provincial y contaba con una población de 490 habitantes en 2015, conocidos por el gentilicio de riañeses.
La denominación administrativa a abarca y reúne las dos poblaciones geográficamente diferentes y conocidas en la zona como Riaño (viejo) —con padrones de vecindad desde el año 1752 y demolido el 7 de julio de 1987— y el Nuevo Riaño, urbanizado a partir de 1980 en el paraje de Valcayo, para acoger a vecinos de las expropiaciones habidas con la puesta en marcha y finalización del embalse de Riaño. Quedan integrados en el municipio los pueblos de Horcadas y Carande.
Aparcamos en el estacionamiento asfaltado justo antes de cruzar el largo puente o viaducto de la carretera N-621 en el kilómetro 91.9 que comunica con el pueblo de Riaño. En el aparcamiento, tenemos en frente un camino y tras cruzar la carretera pasamos un paso canadiense –para impedir el paso del ganado– por un latera.
Vamos, durante un rato, por el camino recientemente ensanchado que bordea uno de los ramales del embalse de Riaño, desde el cual tenemos estupendas vistas al Pico Yordas o Borín (1964 m) y algo del Pico Gilbo que queda casi tapado por la Peña Vallarqué. Continuaremos por él un kilómetro aproximadamente, hasta una curva muy pronunciada donde el arroyo Vallarqué desagua en el pantano. Pasada la curva, unos pocos metros más, tomaremos una desviación a la izquierda (el de la derecha es por el que regresaremos).
La senda asciende por terreno de monte bajo -cuentan, que es un tramo del antiguo camino que unía Riaño con Carande, cuando ésta, antes de la construcción del embalse, era una aldea casi perdida a la que no llegaba la carretera. Al poco tiempo de iniciada la subida, el camino se introduce en un hayedo, cruzando varias veces el arroyo Vallarqué. Recorreremos el trazado por la umbría -cosa que se agradece en días calurosos-, hasta llegar a la parte superior del bosque -a nuestra derecha, según el sentido de la marcha, hay una fuente/abrevadero- saliendo a una campa donde podremos observar, ya de cerca, la puntiaguda masa caliza del Gilbo, hacia la que nos dirigiremos.
Seguiremos subiendo un poco más, hasta llegar al collado (Alto de Vallarqué) que tenemos enfrente, dónde encontraremos un vallado. En ese punto, viraremos a la derecha, llegando a otra campa, donde nos incorporaremos a la trocha que, remontando, nos llevará a través de un canalillo hasta la Pedrera, el collado que se abre entre el Gilbo y la peña Sarnosa.
Buen sitio para contemplar el entorno: entre otros veremos el Cueto Cabrón y la collada Bachende que lo separa del Gilbo. Seguimos el sendero y, después de unos 200 metros comenzando a caminar por una canal en ascenso en la que vamos encontrando hitos y marcas de pintura de color amarillo. Nos situamos así en un punto alto al final de la misma desde donde tenemos unas buenas vistas hacia el pueblo de Carande, Peña Vallarqué y parte del embalse.
Continuamos bordeando el Pico Gildo por su cara noroeste para comenzar un duro ascenso por una estrecha canal donde tenemos que hacer algunas pequeñas trepadas para salvar las rocas que se interponen en el sendero. Llegamos de este modo a situarnos en un pequeño collado donde nos detenemos para mirar hacia atrás y ver el paisaje que nos brinda el Cueto Cabrón y los ramales del embalse.
Continuamos la estrecha y pronunciada canal encontrando en nuestro lento paso hitos y marcas que nos guían hasta la cima del Pico Gilbo (1679 m). El Pico Gildo cuenta con un hito de piedras en pirámide bien colocadas y un letrero en el que se pude leer: “Pico Gilbo – ALT. 1674 M – MONT. DE FRESNEDO DE VALDELLORMA (12-12-1994)”.
Las vistas panorámicas son espectaculares pudiendo contemplar con toda nitidez el gran embalse con sus ramales por donde navegan catamaranes así como lanchas motoras y motos acuáticas, los pueblos de Riaño, Carande y Horcadas, las cumbres de Peña Serrones, Peñas Pintas, Pico Llerenes, Pico Yordas o Borín, Peña Vallarqué, Pico Espigüete en la montaña palentina, algo de Picos de Europa en la lejanía, el cierre de contención de la central hidroeléctrica de la Remolina con desembocadura al río Esla, valles y bosques.
Recuperadas las fuerzas y deleitados los sentidos, regresararemos por el mismo camino hasta descender de la Pedrera, siguiendo la trocha, en lugar de dirigirnos hacia el bosque, continuaremos bordeando las paredes rocosas -a nuestra izquierda, en busca de un collado a unos cien metros más abajo, situado al lado de los escarpes SO de la Peña Vallarqué.
Desde el collado descenderemos por el hayedo de la canal del Moro, pasaremos por el mirador de las Biescas/Viescas , por el desvío a la Cueva de la Vieja, para finalmente llegar al desvío a la zona recreativa de las Biescas/Viescas, que no tomaremos, virando a la derecha, reincorporándonos a la pista.
Seguiremos por ella, bordeando el pantano, llegaremos hasta la carretera y, finalmente, al aparcamiento, punto de inicio y final de la ruta.
Sin ser una ruta complicada o peligrosa y a pesar de haber subido por el camino normal, sí que hay que tener cuidado una vez en el sendero a cumbre. Hay espacio de sobra para pasar y alguna trepada pero como siempre en la montaña, no hay que confiarse y toda precaución es poca.
Por lo demás, una ascensión preciosa que recomiendo encarecidamente para disfrutar a raudales, con poco desnivel acumulado pero exigente. Lo que es el ascenso se concentra en algo más de 2km, siendo el resto llano y se puede incluso acortar evitando todo el viaducto, en cuyo caso la ruta se queda en menos de 9km.