Veintidós mineros militantes del PSOE y UGT de San Martín del Rey Aurelio, Laviana e Infiesto (Asturias), tras varios días de tortura, fueron conducidos a Peña Mayor (Laviana), despeñados en la grieta natural conocida como Pozo Funeres y rematados con cartuchos de dinamita y gasolina.
En la primavera de 1948, con la guerra en Europa ya terminada, en varias regiones españolas todavía se encontraban focos de resistencia al estado franquista, a pesar de que a partir de este año la represión se recrudeció y más tras las palabras de Stalin ordenado el desmantelamiento de las guerrillas comunistas. Así, la Guardia Civil, acompañada de somatenes franquistas, se lanzó al exterminio no solo de los guerrilleros, maquis o “fugaos” sino también de sus familias y de todos aquellos que les brindaran auxilio.
En Asturias, este periodo de la represión tuvo uno de sus máximos exponentes en la masacre del Pozo Funeres, ocurrida entre marzo y mayo de 1948. La guerrilla socialista asturiana, partidaria de una oposición de resistencia pasiva y fundamentalmente política, también sufrió esta persecución fascista, luchando primero por su propia supervivencia al terminar la guerra civil y después prolongando la lucha armada para intentar provocar la intervención de las potencias aliadas europeas contra la dictadura de Franco. En 1947 fue desarticulada la dirección de la Federación Socialista Asturiana-PSOE, quedando los hombres del monte al frente de la resistencia, pero en una situación completamente insostenible.
Así se llegó a la primavera de 1948, cuando en el corazón de las cuencas mineras de Asturias, en el concejo de Laviana, se cometió la masacre de cerca de veinte personas, la mayor parte socialistas, otros tantos comunistas y algunos sin filiación política. Previamente al suceso, las fuerzas franquistas fueron deteniendo a presuntos colaboradores de la guerrilla republicana, siendo torturados e interrogados en una cabaña en el monte situada entre los concejos de Bimenes y San Martín del Rey Aurelio, conocida como “el corral de Ricardo“. Tras pasar por sus manos, fueron llevados a las inmediaciones del “Pozu Funeres” donde fueron ejecutados uno a uno y arrojados a su interior por sus captores. Unos murieron en el momento o al caer, otros quedaron moribundos cuyos lamentos duraron días. Para acabar con estos, las brigadillas de la guardia civil lanzaron cartuchos de dinamita y arrojaron gasolina para aumentar las explosiones.
Las denuncias del SOMA y de la FSA a las autoridades consulares británicas no tuvieron resultado alguno. Así, la guerrilla socialista decidió su evacuación de tierras asturianas. Indalecio Prieto sería el encargado de organizarla, llevándose a cabo, con rumbo a Galicia, a través del puerto de Luanco el 23 de octubre de 1948.