DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO
La ruta comienza en Orlé, un encantador pueblo asturiano rodeado de montañas y bosques, que conserva la arquitectura tradicional con sus casas de piedra y tejados de pizarra. Desde el inicio en Orlé, te encuentras con un camino que atraviesa paisajes rurales típicos de la región, con praderas donde pastan las vacas y pequeñas huertas familiares. Este tramo inicial te envuelve en una atmósfera tranquila que invita a relajarse y a sumergirse en la naturaleza.
A medida que avanzas, el sendero asciende ligeramente hasta adentrarse en el Valle de Melordaña. Este valle está cubierto por un espeso bosque mixto de robles, hayas y castaños, que se extiende en suaves colinas. En otoño, las hojas caídas tiñen el suelo de tonos ocres y dorados, mientras que en primavera el verde vibrante del follaje nuevo crea un ambiente fresco y revitalizante. La diversidad de árboles y vegetación convierte esta zona en un ecosistema de gran valor, donde se pueden avistar diversas especies de aves y pequeños mamíferos.
A medida que sigues el camino, llegas a la Foz de Melordaña, una de las maravillas naturales de la ruta. La foz es un angosto desfiladero tallado por el arroyo Melordaña, que fluye de manera constante a través del cañón. Aquí, las paredes rocosas se elevan a ambos lados del sendero, cubiertas de musgo y salpicadas de helechos y líquenes, lo que le da un aire místico al paisaje. La humedad se siente en el ambiente y el sonido del agua corriendo acompaña tus pasos, creando una sensación de calma y conexión con la naturaleza. En algunos puntos, el desfiladero es tan estrecho que la luz se filtra de forma tenue, añadiendo dramatismo al entorno.
Al salir de la foz, el camino se abre a terrenos más despejados que llevan hasta Valloseru, un pequeño collado desde el cual se pueden contemplar impresionantes vistas de las montañas y valles circundantes. Desde esta elevación, se pueden divisar algunas de las cumbres de la Sierra del Sueve hacia el norte, en días claros. La amplitud del paisaje aquí contrasta con la estrechez y frescura del bosque y la foz, ofreciendo una experiencia visualmente diversa a lo largo de la ruta.
El regreso a Orlé sigue un tramo del mismo sendero, pero esta vez permite disfrutar de las vistas desde una perspectiva diferente. El descenso es más relajado, y al final de la ruta, el regreso al acogedor pueblo de Orlé es como un cierre perfecto de la experiencia, dándote una última oportunidad de observar su entorno pintoresco y la tranquilidad rural que lo caracteriza.
En resumen, esta ruta ofrece una combinación perfecta de belleza natural, biodiversidad y paisajes contrastantes, desde bosques frondosos y desfiladeros hasta amplias vistas de montaña, siendo una muestra completa del encanto natural de Asturias.