DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO
La ruta PR-AS 276 "Los Acantilados del Infierno" es una joya del senderismo asturiano que combina naturaleza salvaje, historia local y paisajes espectaculares a lo largo de la costa cantábrica. Empezando en Llames de Pría, un pequeño y pintoresco pueblo que se encuentra sobre un acantilado, ya desde el principio se percibe la majestuosidad del lugar. El sonido del mar y el aroma de la sal comienzan a acompañar a los senderistas desde el primer momento.
En este punto, los Bufones de Pría son una de las primeras maravillas naturales que llaman la atención. Estos bufones son chimeneas formadas en la roca calcárea a lo largo de los acantilados, que, en los días de oleaje, expulsan violentamente agua y aire al cielo en grandes chorros, alcanzando alturas impresionantes. El sonido de los bufones, un bramido profundo y resonante, puede oírse a gran distancia, llenando el ambiente de una sensación de poder natural. Si se tiene la suerte de visitar la zona en un día de fuerte oleaje, el espectáculo es sobrecogedor, con el rugido del agua lanzada al cielo contrastando con el silencio del entorno natural.
Siguiendo el sendero, que avanza paralelo a los acantilados, la vista se abre hacia el vasto océano Cantábrico. Los altos acantilados que se desploman en el mar son un espectáculo visual impresionante, con sus formas abruptas y rocosas, esculpidas por la fuerza del viento y el agua a lo largo de miles de años. El mar, a menudo agitado, golpea las bases de los acantilados, levantando espuma blanca que contrasta con el azul profundo del océano y el cielo. En los días claros, la vista se extiende casi sin fin, y en el horizonte, es posible ver barcos pesqueros o pequeñas embarcaciones de recreo surcando las aguas.
A lo largo del camino, la flora costera aparece a cada paso, con pequeñas matas de brezo, tojos y plantas adaptadas a este ambiente marino duro. Los senderistas pasan junto a pequeñas calas escondidas entre las rocas, donde el acceso es difícil, pero las aguas cristalinas invitan a detenerse un momento para admirar el paisaje. En algunos puntos, el sendero pasa cerca del borde de los acantilados, permitiendo observar cuevas marinas formadas por la erosión, y si se tiene suerte, se pueden avistar aves marinas que anidan en los acantilados.
Avanzando hacia Ribadesella, la ruta entra en un entorno más conocido, pero no por ello menos hermoso. Ribadesella es una ciudad costera famosa por su playa de Santa Marina, una extensa franja de arena dorada que se extiende a lo largo del casco urbano. Desde el sendero, se puede ver cómo el río Sella se une al mar, creando un estuario que ofrece unas vistas preciosas, con las montañas verdes al fondo y el agua reflejando el cielo. El contraste entre el bullicio de la ciudad y la serenidad del paisaje costero es notable, y Ribadesella es un lugar perfecto para hacer una parada, disfrutar de la gastronomía local o simplemente pasear por su paseo marítimo.
Para la vuelta, el sendero cambia de rumbo hacia el interior, alejándose del mar y adentrándose en un entorno rural. La transición es suave, y pronto los senderistas se encuentran en los tranquilos pueblos de Maluerda, Camangu y Cuerres, donde la vida parece seguir un ritmo más lento y tradicional. En esta parte de la ruta, los paisajes son diferentes pero igualmente hermosos: verdes prados, campos abiertos donde pastan vacas, y casas de piedra con tejas rojas que marcan la arquitectura típica asturiana. El sonido del mar queda atrás, y en su lugar, se escuchan los pájaros, el susurro del viento entre los árboles y el ocasional saludo de un habitante local.
El sendero cruza pequeños bosques de castaños y robles, donde la luz se filtra a través de las hojas, creando un ambiente fresco y acogedor. Las sombras de los árboles brindan alivio tras el tramo costero más expuesto al sol y al viento. En algunos puntos, los caminos rurales ofrecen vistas panorámicas de las montañas interiores de Asturias, con sus picos cubiertos de vegetación densa.
El último tramo de la ruta vuelve a conectar con Llames de Pría, cerrando el circuito. Aquí, la sensación de haber recorrido un paisaje tan diverso, desde la costa salvaje hasta el interior rural, ofrece una profunda satisfacción. La ruta PR-AS 276 es un ejemplo perfecto de la diversidad paisajística de Asturias, combinando la bravura del mar con la tranquilidad del campo, lo que la convierte en una experiencia inolvidable tanto para los amantes del senderismo como para quienes simplemente buscan reconectar con la naturaleza en su estado más puro.